Es un testimonio del desarrollo persistente de la escritora osornina, Jacqueline lagos que aborda audaz y sutilmente la problemática palpitante, reflejo del arrastre de una sociedad occidental fundada sobre el valor sexo/político patriarcal y materialista; alejado del centro, de la Madre, del útero de la Naturaleza.
sábado, 15 de julio de 2017
viernes, 14 de julio de 2017
Conjuros de Jacqueline Lagos
Se ha dicho de Conjuros...
Leer a Jackie, es encontrarnos con el útero y
la fertilidad. Es trascender el umbral de lo cotidiano y vislumbrar más allá de
los mandatos sociales para percibir el núcleo que nos conecta directamente con
el ser natural, nuestras raíces e identidad femenina.
Su escritura es como transitar nervaduras
desbordando vida y energía vital. Fresca, enigmática y certera, su palabra
adquiere la gracia de la reflexión y el ensimismamiento de la búsqueda hacia lo
perdido, extraviado y olvidado de lo más valioso que caracteriza a la mujer:
"su esencia". Una escritora con una riqueza espiritual que circula
por la atmósfera de cuanto ser es capaz de beber de sus conjuros mágicos representados
en palabras.
Su obra, un albergue para sanar las almas. Es
por esta razón que desde este espacio-lugar y tiempo deseo profundamente sea difundida, pues sus palabras pueden
entrelazar las manos de quienes no encuentran el camino a la sensibilidad.
Karina
Crespo. Licenciada en Arte-Tucumán-Argentina
martes, 11 de julio de 2017
Conjuros: lo importante es el ritual
Conjuros: lo importante es el ritual,
último libro de Jacqueline Lagos, es un testimonio del desarrollo persistente
de la escritora osornina. Aborda audaz y sutilmente la problemática
palpitante, reflejo del arrastre de una sociedad occidental fundada sobre el
valor sexo/político patriarcal y materialista; alejado del centro, de la Madre , del útero de la
Naturaleza.
El sentir es expresado en un lenguaje que denota
pureza, el verso y la prosa tienen claridad, aunque no están exentos de
metáforas y mensajes crípticos, relacionados con el mito
griego, escandinavo: deidades de la
Tierra.
Desde dolores propios y ajenos, Jacqueline, trata de dar expresión a los
complejos conflictos espirituales, morales y éticos, existentes en la
individualidad femenina, en la pareja y entre los integrantes de la sociedad.
Revela dramáticas situaciones interpersonales: sumisión al arquetipo machista,
violencia de género, soledad, espera, esperanza, incomprensión, resignación,
búsqueda espiritual, rebeldía, liberación, el conflicto racional entre el deber
ser y la expresión originaria del ser femenino. Valorándose.
Es una lucha en que Jacqueline, se vale del Guerrero, que –en algunos
aspectos- se presenta como la versión femenina del ermitaño Zaratustra,
confinado en una montaña... de sentimientos y emociones reprimidas, decidiendo
guiar y revelar su salvación, rebelándose ante la realidad y el mundo:
quitando-se las máscaras, denunciando-se y alentando-se. Una suerte
de taoísmo unidireccional del amor que desde la vaciedad, como copa vacía o a
medio llenar, busca volver a crearse y recrearse, como copa llena, a través de
las raíces familiares, la mitología, el útero de la
Tierra , la naturaleza femenina, las relaciones sociales y el
mensaje a las mujeres, su Osorno natal y al mundo.
lunes, 10 de julio de 2017
Conjuros, lo importante es el ritual
Encontrado
o perdido, el amor duele cuando es demasiado.
Partió
Mi perla urbana,
cuatro lunas van
encuentros y desencuentros
Ciclos de aprender y apre-hender
Se fue en trance sin decir adiós
Una broma que atiendo
Cuando duele su recuerdo tangible
Su arte de mujer
Cántaro
y paloma
Quitaba el dolor, alejaba la muerte
Hoy la encuentro en petroglifos
entendiéndome
Como la Diosa que parió dolorosa
Como tú, Señora de los Vientos
Piso donde me afirmo
A tanta soledad admitida
Quejumbre que lastima
La fragilidad del Ser
Estar, Existir,
Ser quien Soy.
Rareza humana, dicen.
Bufón oculto en sonrisas
solitarias de Mujer
que seguirá cantando por siempre
al vértigo de amar-me.
...
Golpea de noche la muerte
Sacudiendo hojas secas
Apegadas a mi cuerpo
en
la aurora quedará
La culpa de lo que hice o no hice
Vuelo sin fronteras
Ni penitencias
El camino andado
Se adornará con mis cenizas
¡No llores Mujer!
No me despedí a tiempo
Guarda eso para cuando viajes
La muerte se ha vestido conmigo
Conjuros, lo importante es el ritual
CONJUROS, LO IMPORTANTE ES EL RITUAL.
Libro de Jacqueline Lagos Maragaño.
Dragones, gorgonas, el minotauro, los
cíclopes, las sirenas, los unicornios, los duendes, la Esfinge, Cancerbero, los
centauros de Tesalia, el caballo alado Pegaso, los faunos, las ninfas, los
ogros, las hadas, ondinas, dríades y un largo etcétera de otros seres numinosos,
entre los que se encuentran las hechiceras y las brujas, pueblan y desbordan la
mitología de los distintos pueblos de la Antigüedad y parecen resistirse a
desaparecer en los tiempos actuales. Como dicen los españoles: “Yo no creo en
brujas, Garay; pero de haberlas… ¡las hay!”. Tengo entendido que las hechiceras
se dedican sólo a los encantamientos o embrujos del amor, del eros; o sea, sólo
manejan pócimas, más o menos inofensivas. Y las brujas en cambio poseen mayores
conocimientos de la magia, especialmente la magia negra. La pregunta doble que
podemos hacernos, racionalizando un poco el tema, es ¿existen de verdad estos
seres? Y ¿de dónde provienen?
Si aplicamos una cierta
lógica, debemos concluir que todo lo que pensemos o imaginemos, debería tener
una existencial si no física y actual, al menos virtual o paralela, puesto que
nada podemos tomar, incluyendo las ideas, desde el plano del vacío o la
no-existencia que rodea a toda la materia encerrada en este vasto o infinito
universo; una suerte, como diría un argentino, de súper corralito. A partir de
aquello, como ya han pensado algunos,
podemos imaginarnos que todo este orden de seres numinosos se formó a partir
del exceso de materia en el momento de la creación del universo. Según la
ciencia, toda partícula sub-atómica, como el protón, por ejemplo, tiene una
anti-partícula (el anti-protón). Esto concuerda con la existencia en lo
espiritual del plano del bien y del mal, así como la del frío y calor, luz y
oscuridad, etc.…Por ende, hasta la voluntad de Dios respeta las leyes físicas.
Y así como hubo desde un comienzo ángeles adoradores, debían existir por ende,
los rebeldes, los ángeles caídos.
Justamente, los textos
apócrifos o no canónicos de la tradición mosaica, en esa delgada, tremulosa y
no siempre clara voluntad de decidir por escrito dónde termina el bien y dónde
comienza el límite del mal que ha tenido la Iglesia a lo largo de los
cavernosos y pícaros siglos, nos han dejado el recuerdo colectivo de la
que habría sido la primera mujer de
Adán, y dueña de casa del Edén, llamada Lilith. Y que era una pelirroja que se
las traía. Ella, madre de Caín, el hijo mayor de Adán, habría escuchado más de
alguna interesante conversación entre los setos del Jardín que sostenía Dios
con alguno de sus ángeles. A Lilith hubo algo que no le agradó del plan divino
diseñado para la pareja humana. Se despertó en ella, formada de barro también,
al fin y al cabo, es decir, reflexiva, con ideas propias, independientes de las
de Adán, el sentimiento de la rebeldía. Tras largas discusiones con su pareja,
tuvo que intervenir Dios en persona, quien tampoco logró convencerla, por lo
que tuvo que ser desterrada del Edén. Cito:
Isaías 34- del 9 al 16: donde nos habla de la ira de Dios cayendo
sobre Edom o Idumea (región situada al SE de la Palestina bíblica, o actual
Israel. Estos habitantes se declaraban descendientes de Esaú, el hijo mayor de
Isaac y Rebeca, que le vendió a su hermano Jacob el derecho de primogenitura,
por un plato de lentejas):
“Sus ríos son ahora de petróleo,
Su tierra es de azufre,
Todo el país es una hoguera inmensa…
que no se apaga ni de día ni de noche,
y que despide humo continuamente.
Quedará abandonada para siempre,
y nunca más pasará alguien por ahí.
Servirá de refugio a los pelícanos y erizos,
y allí vivirán las lechuzas y los cuervos;
Yavé lo medirá con el cordel de la nada
y le pasará el nivel del vacío.
Allí tendrán su casa los chivos;
y allí no habrá más nobles,
ni se nombrarán nuevos reyes,
pues todos sus príncipes habrán desaparecido.
En sus palacios crecerán las zarzamoras
y en sus castillos, las ortigas y los cardos.
Serán una guarida de lobos
y un escondite para las avestruces.
Allí se juntarán los gatos salvajes
con los pumas,
y se darán cita los chivos;
allí también se echará a descansar
el monstruo llamado Lilith.
Allí tendrá su cueva la serpiente,
pondrá sus huevos y se echará encima
hasta que se abran;
también allí se reunirán los buitres,
se encontrarán unos con otros”
Luego de la expulsión u
ostracismo de Lilith, Dios creó una nueva compañera a Adán. Y la hizo ahora de
una de sus costillas, para asegurarse de que fuese más proclive a la voluntad
del hombre puesto que estaba hecha ella de su carne. Y aquí está el germen o
nacimiento de todo el machismo, pues, querida Jacqueline. El sometimiento
histórico de la mujer al hombre. Sometimiento que ha llegado a los extremos no
sólo de la decisión del aborto o del nacimiento de una nueva criatura, sino a
las más diversas formas de esclavitud y de dominio y explotación. Hay tribus
que llegan al extremo de cercenar el clítoris de las hembras al comienzo de la
pubertad, con el deliberado propósito de que ellas extirpen de sus mentes el
placer del sexo. Esto, claro, es el equivalente al corte del prepucio
masculino, o circuncisión, parte intrínseca de la cultura judía. Ni qué decir
de las más modernas sociedades, como el caso de los países islámicos, donde la
mujer es obligada-aun bajo los calores horribles del desierto, a ocultar hasta
las ondas de su pelo y todo asomo de maquillaje. Porque ella es la lujuria
personificada. El demonio en potencia. Sus faltas son castigadas con el cercenamiento
de un dedo, azotes públicos o muerte por lapidación. A veces, hasta para salir
a la calle, tiene que hacerlo acompañada de un familiar varón ¡Qué hipocresía!
Naturalmente, luego vino
el asesinato de Abel, la expulsión de Caín (que va a juntarse con su madre y su
gente, una suerte de lado “B” de la humanidad. Yo me imagino que deben haberse
sentido, entonces, como una de las barras bravas o “los del tablón”; en fin,
los marginados de la sociedad...). La historia hizo el resto. Como la mujer era
la conocedora del jardín o huerto (el hombre se preocupaba en tanto del cuidado
de los animales domesticados o de la caza de los salvajes), no fue raro que
adquiriera los poderes de la naturaleza (uso medicinal de plantas, semillas y
cortezas vegetales), agregando esta poderosa información a la que ya trajo
Lilith en su memoria, y que fue transmitida de generación en generación. La
mujer disponía de ese tiempo y soledad reflexivos, mientras su marido batallaba
en guerras inútiles o de importancia secundaria. Cuando, en la Edad Media, la
Iglesia quiso frenar este desmesurado poder femenil, fue fácil hacer una
parodia, una caricatura de la bruja en el entorno más social de la casa, que
era la cocina: una escoba vieja, un gato negro, una verruga en la nariz, naturalmente,
ganchuda, un sombrero ridículamente largo y cónico, una cacerola o marmita
(donde se cocían las pócimas mágicas), una lechuza sobre la rama de un árbol
inmediato, como un libreto de Hollywood. Luego, a confesar atrocidades que,
muchas veces, no eran ciertas. Y para ello había toda una gama de instrumentos
de tortura. El 20% de las propiedades y bienes de la “bruja” para el
denunciante. El resto, para la Iglesia. El negocio era, a todas luces, muy
próspero. Tanto, que duró ocho siglos, bajo el rótulo de la Santa Inquisición.
Tenemos los chilenos hasta un aeropuerto, el de Concón, que lleva el poco
ilustre nombre de Torquemada, Inquisidor Mayor y el más sanguinario, (después
de Franco, naturalmente) de toda España.
Jacqueline Lagos, como el
astronauta que sale a orbitar la Tierra, tomando distancia de todo el acontecer
humano, abre los brazos y estrecha con sentimiento pleno y uncida nostalgia al
planeta en su conjunto. De eso precisamente se trata su nostalgia: de alejarse
presencialmente para acercarse esta vez con el corazón abierto, que es la más
perfecta pupila. Eso permite “sentir” lo que se ve, palparlo con todo el ser,
que es a lo que, ni más ni menos, nos conminaba Cristo, cuando nos decía: “el
que tenga ojos, que vea...” Ver, no con los ojos sino con el corazón. Ella nos
subyuga a veces con imágenes resplandecientes: “instantes plenilunios” como:
“Así te esperaré, entre soles, escondida en los vientos, en la trenza del
viaje, en estrellas humeando montañas” (Pág. 100, La tejedora). En el poema
llamado Alianza (Pág. 86) hay la descripción de un viaje astral o
desdoblamiento. Otras veces, esta seducción va por la invención de verbos, como
“constelar”, o la de la personificación directa, como, “Madre-maíz”. “Las algas
llevan tiempo oxidando sus caderas”, nos dice en una suerte de catarsis sensual.
Quiero terminar estas palabras, destacando a Jacqueline Lagos como una bruja
moderna, una bruja del siglo XXI, que lo que busca es sólo poner un cachito de
orden en esta naturaleza tanto humana como cósmica demasiado manoseada por
intereses vulgares. Jacqueline muestra un genuino anhelo en el propósito
original de la Iglesia de Pedro: practicar la religión. “Religar”, es volver a
unir al ser humano al tronco común, a la vid de la vida plena y fértil, sin
otra consideración que la de ser todos nosotros hijos de un mismo Dios. Es
decir, el rescate, la vuelta a una religión natural que, antes de preocuparse
de escaños, templos, medallitas, vestuario y rituales opulentos, se preocupe,
en verdad de la justicia, de la igualdad y de otros valores humanos que se han
perdido: como la humildad, la caridad, la tolerancia, la comunicación, el
diálogo afectivo y efectivo. Así como los aimaras hacen una vez al año la
limpia de sus canales, debemos hacer todos una profunda reflexión en cuanto a
qué estamos haciendo cada uno de nosotros por el planeta. Nos plegamos a este
fagocitamiento de los recursos, a esta peste de ambiciones personalistas,
consumistas que nos están llevando al caos, o decimos “¡basta!”, y nos ponemos
a pensar el ser del futuro. A ti te lo digo…”Cuando sencillamente vuelvas a capturar
las sensaciones y me dejes cruzar tus manantiales, tu orilla más allá de las
cordilleras, mirarte desde mis poemas”.
Héctor
Cordero Vitaglic.
Casa de la Cultura en Antofagasta junio del año 2012.-
PLUMA EN VUELO
PLUMA EN VUELO
Comentario al libro “Conjuros, lo importante es el ritual” de Jacqueline Lagos[1]
Jacqueline ha lanzado su tercera publicación: “Conjuros, lo
importante es el ritual” después de su obra prima: “Mis primeros años” y su
novela “Una Bruja Emplumada en el Tzolkin”. Esta es una obra de poesía
principalmente, aunque incluye prosa y el aporte de otra escritora: Sol Solar.
Como ella misma afirma, es su última obra, cosa que leeremos como la conclusión de una etapa, el
“cierre de un círculo”, como ella diría. Así que suponemos en esta obra a una
autora madura, que nos manifiesta a plenitud su mensaje usando su propia
estética y estilo, en las siguientes líneas intentaremos hacer acuso de recibo
de ambos aspectos de un mismo todo: su “conjuros”
I.- ELLA
Suelta su pluma sin miedo, es una exploradora, pero no para
buscar tierras que conquistar o pueblos para someter, sino para explorar lo que
tenemos más cerca y que nos define sin ir a ninguna parte: nuestros
sentimientos, sensaciones, deseos y todo lo que puede albergar el alma humana.
¿Por que bruja? ¿Por qué conjuros? Quizás porque es como las
viejas instituciones han identificado el poder femenino para luego tratar de
enterrarlo muy hondo o quemarlo en la hoguera. Pues entonces a levantarse con
esa identidad, a vestir el antiguo manto para enfrentar el fuego de los
modernos exorcizadores, (¡atentos! quizás podemos ser nosotros mismos). Este
conjuro es un ruego encarecido a las mujeres para emprender el vuelo y sobre
todo a nosotros los hombres para que cometamos ese acto de humildad que tanto
nos hace falta, para que pronunciemos nosotros al fin el conjuro liberador, las
palabras de perdón que podrían inaugurar una nueva era ¿y qué más femenino que
eso? ¿Qué más cariñoso que cambiar el garrote por un susurro al alma?
¿Para qué todo esto? ¿Podemos acusar la labor de Jacqueline
como algo ocioso, anacrónico o extemporáneo? Como quisiéramos evadirnos, pero si
admitimos que la relación de pareja, la armonía de la familia no importan,
claro, pero eso sería admitir que la felicidad humana está en el dinero que
ganemos, en las cosas que compramos, en los bienes que vamos consumiendo. Otra
vez sería el intento de querer definir la alegría de la vida como algo posible
de objetivar y de medir. Otra forma de intentar negar que la felicidad está
dentro de nosotros, en nuestra alma y en el alma de los que queremos y allí los
cálculos matemáticos de poco sirven. Pero si hay cifras: la cantidad de mujeres
criando solas, la crisis de las relaciones intergénero. La cantidad de padres
huyendo de sus obligaciones con sus hijos e hijas ¿Acaso no es urgente
enfrentar todo eso? Y frente a esto es que Jacqueline propone un cambio de
enfoque: la finalidad no son las rejas ni los castigos, intentémoslo con otras
armas: la palabra, la seducción, la magia cotidiana, la pluma que a pesar de
ser sutil, debe ser capaz de “rajar” el alma, eso si, con la promesa anticipada
de sanar la herida.
Quisiéramos escapar de esta encrucijada, de este
emplazamiento y preguntarnos ¿Por qué Jacqueline no escribe sobre otra cosa? ¿Por
qué no escogió otros motivos para su poesía? Y podemos contestarnos con otra
pregunta: ¿Se puede en medio de una guerra alabar el vuelo de una mariposa? Y
Jacqueline, y nosotros y todos, estamos viviendo el clímax de la guerra más
larga, la más dura, la no declarada: La guerra contra la incomprensión hacia
ellas. Y esta es una guerra que traspasa todo, lo que fuimos y lo que somos,
hemos sufrido por milenios sus consecuencias y puede ser aún más devastador si
no reaccionamos ya.
Sol Solar nos representa el guerrero, pero no el que siempre
hemos querido ser: el conquistador de mundos y aplastador de enemigos. Nos
insinúa que ese guerrero ya sucumbió en muchas guerras. Sol se esmera con mano
pequeña en bosquejar el guerrero que se
necesita para la nueva era: que lucha consigo mismo: sensible, capaz de
reconocer el amor y rendirse ante el afecto, Sol Solar es La prosa justa que
complementa el moderno pliego de Jacqueline, casi escrito a mano, casi
enrollado y amarrado con una trenza de cabello para casi hacerlo circular a
galope clandestino.
De modo que en este juego de géneros y actitudes, la pelota
vuelve a nuestras manos con la quemante pregunta: ¿cómo se responde a un ritual
tejido por cuatro manos?
II.- NOS
Antes de seguir, dejar sentado que este comentario no tiene
una pretenciosa intención de universalidad, está hecha por una persona
concreta, un pulso masculino en circunstancias particulares. Intentaré ser
honesto aunque se que es muy difícil, ya que si recurriera a lo de siempre podría
estar tranquilo, cualquier juicio de este estilo estaría apoyado por el juicio
común, la opinión de todos, el respaldo de una sociedad machista que nos ha
formado desde antes que tengamos memoria. Cuesta siquiera imaginar un juicio
propio, una opinión enteramente nuestra, podemos creer que ha surgido desde
nuestro yo profundo, pero ha sido susurrado por las miles de voces, las viejas
voces de nuestra mente que han construido el gran embrujo de las ilusiones.
Intentaré, de todas maneras, ser sincero.
Sin duda que esta obra tocará otros corazones de otra
manera. Confieso mis limitaciones, no puedo ir más allá de este comentario, no
puedo escudriñar más de lo que veo, no puedo estallar las rejas de mis
esquemas. Quizás algunos de ellos, y sobre todo ellas, se atrevan también a compartir sus impresiones, experiencias y
pareceres. Debemos suponer que es posible un contraconjuro y no hay más que
construirlo entre todos y todas Si estas líneas ayudan a eso, me sentiré feliz
de contribuir al ritual.
¿Querer explicar la poesía y prosa de Jacqueline? Sería otro
grave error, el error cometido mil veces por quienes quieren siempre develar los
misterios y explicar y explicar… ¡No!, las letras de Jacqueline hablan por si
solas, tienen mil significados, es más, cada vez que se leen pueden evocar
cosas nuevas o develar significados distintos ¿para qué entonces tratar de
fijarlos? Además, sería tratar de meternos en la complicidad sagrada que surge
entre la escritora y su lector/lectora. Mejor dejar fluir la magia de esta
relación.
Esta obra nos obliga a abrir las sensibilidades para que
entre el universo entero por cada poro de nuestra piel ¿Hay algo más difícil
para nosotros, que aprendemos desde pequeños a ponernos duros, a tensar nuestros
músculos y avanzar, no importa donde sea, no importa contra qué o quienes, pero
hay que dejar todo atrás, al final lo logrado justificará todo lo que haya quedado
en el camino? ¿lo justifica realmente?
¿No será que importa más cada huella dejada por nuestros pasos que la
distancia recorrida?
¿Por qué este comentario? Eso también lo encontramos en sus
propias palabras “porque se están develando los misterios” y eso nos asusta por
dos costados: primero lo inesperado que vayamos a encontrar, pero también por
lo que sabemos que vamos a encontrar: nuestras culpas y omisiones, la cloaca
que hemos ido llenando de a poco quizás, pero por cientos, por miles de años. Porque
ya es tiempo de aguantar el hedor y siquiera asomarnos a ella.
Pero ¿cuál es el miedo que nos ha mantenido prisioneros por
mas de dos mil años? Tal vez es el mismo con el que ha partido este artículo,
el miedo a quedarme corto, a no dar el ancho, a no ser capaz de llegar hasta el
fondo, pero aun mas quizás, los fantasmas de quedar destruido, de que perdiendo
la coraza quede poco y nada, el sentimiento íntimo de que lo que nos hace
fuertes es al mismo tiempo nuestra mayor debilidad…
¿Qué podemos alegar en nuestro favor? ¿Que el mundo camina
gracias al impulso masculino por incontables centurias, que gracias a este
impulso se han elevado grandes construcciones, las carreteras, la producción?
Pero eso es una triste defensa hoy en día que el planeta camina a grandes pasos
hacia el colapso ecológico, que la violencia política y militar dominan las
relaciones de los pueblos y que grandes masas han sido condenadas a la hambruna
por un sistema económico que a fin de cuentas no ha resultado tan eficaz. Seamos
sinceros, hemos combatido el fuego de la magia primitiva con el fuego del
exterminio ¿Hay algo mas vergonzoso?
III.- ¿Antecedentes literarios?
Quisiera ligarla a María Luisa Bombal, por ejemplo, que es una
de las primeras escritoras chilenas que empieza a escribir con pulso de mujer;
a Gabriela Mistral, poetiza y maestra surgida de tierras diaguitas que fue
capaz de aportar a la estructura educacional mejicana; Quizás a sor Juana Inés
de la Cruz ,
mártir mejicana del machismo latinoamericano que la iglesia de su tiempo
confinó al silencio y enclaustró su pluma en el blanco de las paredes de su
convento, por el solo delito de ser buena escritora y mejor que muchos; A una
Marta Brunet que con su “María nadie” hace una feroz denuncia; o a Marcela
Serrano, justamente reconocida con el premio “Sor Juana Inés de la Cruz ”, etc.- . Pero Jacqueline no se vincula, su poesía
obedece a pulsos internos que surgen a ritmo propio. Si intentamos clasificarla
se escurre otra vez como sutil pompa de jabón que se deja elevar por el viento
hasta quedar lejos de nuestro alcance. No, ella es profundamente contemporánea,
vive su presente a todo lo que puede, y en ese vuelo se vincula a la filosofía
maya, a la cosmovisión mapuche, a la magia de la vida. Eso si lo reconoce y “se
hace cargo” plenamente.
¿Definirla socialmente? Es una tarea inútil, ya que no es
heredera del feminismo a la europea que llegó por los años 80, proclamando por
radio tierra y otros medios escritos el derecho al aborto, al auto placer, a la
disputa con el varón, etc.-etc.-. ¿A Helena Caffarena que dio su vida por el
derecho a votar? En su poesía reclama mucho más que votar junto al varón,
quiere mucho más, si tuviéramos que traducir su literatura en propuesta
política tendríamos que imaginar un “consejo de las madres” o algo así, con
competencias exclusivas, tomando decisiones que todos deberíamos acatar, pero
no porque fuera un decreto obligatorio, sino por cariño, por protección, por
que sabríamos que es por nuestro bien.
No, Jacqueline es más latina, más nuestra, ella lucha por restablecer el
vínculo cósmico entre lo masculino y lo femenino como dos caras de la misma
moneda, como la dualidad de la que surge todo, como el equilibrio que defienden
las cosmovisiones originarias.
¿Delia Domínguez, Marta Catalán, Jacqueline Lagos? Tampoco
podemos unirlas a pesar que las une el mismo territorio, porque no forman
escuela ni corriente alguna, ¿Podemos pensar en egoísmos, individualismos, o
quizás que otras anti virtudes? No tenemos derecho porque son tierras inexploradas
para nosotros, porque no debemos proyectar nuestra necesidad (¿debilidad?)
masculina de formar ejércitos y establecer alianzas para luchar nuestras
batallas. Las mujeres funcionan de otro modo, como Las machis mapuche que
necesitan de otras machi diferente con las que deben lidiar, así prueban sus
destrezas, pulen sus poderes, aumentan el poder de sus conjuros y sanaciones.
No podemos pedir a las machis que lleguen a paces o armisticios: o se hacen
mejores o mueren.
IV.- Conclusiones
Es una época de revelaciones, y sin duda Jacqueline va por
ese camino, y a la vez una época de revisiones. Debemos revisar con urgencia
hacia donde nos ha llevado la racionalidad imperante y la tecnología que
resulta de ella. Debemos revisar nuestra relación con la naturaleza, Debemos
revisar la política, que son relaciones entre los pueblos y sus gobernantes y
debemos revisar las relaciones de género, que es nuestra conexión con el
cosmos, como tan sabiamente nos advierte Jacqueline.
Menos mal que Jacqueline escoge la poesía, menos mal para
nosotros que es capaz de generar belleza de lo que pudo haber sido un insulto,
una bofetada, mil bofetadas, interminables bofetadas hasta quitarnos de la cara
esa expresión impasible y serena de zombie manejado por una voluntad ajena. Ella
en cambio escoge la poesía suave y delicada, pero con un objetivo claro, “como
algodones blancos en línea recta” y esto queda patenta en la descripción de
Osorno, una descripción hermosa, amorosa, donde se destacan cualidades, y no se
menciona, como en la descripción de un amante, lo que duele: y lo que duele en
Osorno son las cifras sobre violencia intrafamiliar, sobre el daño a los y las
menores y la violencia hacia las mujeres, en los que desgraciadamente lideramos
las encuestas nacionales.
No podemos seguir evadiendo las heridas internas,
cubriéndolas con bolsas plásticas, así solo empeoramos las cosas.
Pero más, mucho más hay en la poesía de Jacqueline, un mundo
femenino lleno de sutilezas y detalles, imágenes de estrellas enredadas entre
las servilletas. ¿Algo de altanería literaria? tampoco lo veo, sobre todo en el
manifiesto con que termina su libro, en el que confiesa que no ha leído mucho
de lo que le han sugerido. Pero quienes consideramos que se debe escribir
bebiendo siempre de los manantiales de
la vida y que para avanzar no siempre es necesario hacerlo por caminos gastados
no tenemos problema. ¿Qué se corre el riesgo de repetir, de encontrar algo
parecido? Pues que bueno sería encontrarnos con otra, y otra que se atrevan a
desafiar “al imperio” con el deseo de hacernos mejores, y ojalá esas algunas se
conviertan en multitud.
Volvamos a la pregunta inicial ¿Para qué este comentario?
Para una sola cosa: solicitar que esta obra no sea la última, que esa
sensibilidad es para nosotros/as imprescindible, que motivos para escribir aún
quedan muchos, Estas líneas no son mas que una rogativa; para pedir a la Tierra Madre que vuelva a tocar
la pluma de Jacqueline. Ese es nuestro contraconjuro.
Noslen 2012
Investigador y Gestor Cultural
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