PLUMA EN VUELO
Comentario al libro “Conjuros, lo importante es el ritual” de Jacqueline Lagos[1]
Jacqueline ha lanzado su tercera publicación: “Conjuros, lo
importante es el ritual” después de su obra prima: “Mis primeros años” y su
novela “Una Bruja Emplumada en el Tzolkin”. Esta es una obra de poesía
principalmente, aunque incluye prosa y el aporte de otra escritora: Sol Solar.
Como ella misma afirma, es su última obra, cosa que leeremos como la conclusión de una etapa, el
“cierre de un círculo”, como ella diría. Así que suponemos en esta obra a una
autora madura, que nos manifiesta a plenitud su mensaje usando su propia
estética y estilo, en las siguientes líneas intentaremos hacer acuso de recibo
de ambos aspectos de un mismo todo: su “conjuros”
I.- ELLA
Suelta su pluma sin miedo, es una exploradora, pero no para
buscar tierras que conquistar o pueblos para someter, sino para explorar lo que
tenemos más cerca y que nos define sin ir a ninguna parte: nuestros
sentimientos, sensaciones, deseos y todo lo que puede albergar el alma humana.
¿Por que bruja? ¿Por qué conjuros? Quizás porque es como las
viejas instituciones han identificado el poder femenino para luego tratar de
enterrarlo muy hondo o quemarlo en la hoguera. Pues entonces a levantarse con
esa identidad, a vestir el antiguo manto para enfrentar el fuego de los
modernos exorcizadores, (¡atentos! quizás podemos ser nosotros mismos). Este
conjuro es un ruego encarecido a las mujeres para emprender el vuelo y sobre
todo a nosotros los hombres para que cometamos ese acto de humildad que tanto
nos hace falta, para que pronunciemos nosotros al fin el conjuro liberador, las
palabras de perdón que podrían inaugurar una nueva era ¿y qué más femenino que
eso? ¿Qué más cariñoso que cambiar el garrote por un susurro al alma?
¿Para qué todo esto? ¿Podemos acusar la labor de Jacqueline
como algo ocioso, anacrónico o extemporáneo? Como quisiéramos evadirnos, pero si
admitimos que la relación de pareja, la armonía de la familia no importan,
claro, pero eso sería admitir que la felicidad humana está en el dinero que
ganemos, en las cosas que compramos, en los bienes que vamos consumiendo. Otra
vez sería el intento de querer definir la alegría de la vida como algo posible
de objetivar y de medir. Otra forma de intentar negar que la felicidad está
dentro de nosotros, en nuestra alma y en el alma de los que queremos y allí los
cálculos matemáticos de poco sirven. Pero si hay cifras: la cantidad de mujeres
criando solas, la crisis de las relaciones intergénero. La cantidad de padres
huyendo de sus obligaciones con sus hijos e hijas ¿Acaso no es urgente
enfrentar todo eso? Y frente a esto es que Jacqueline propone un cambio de
enfoque: la finalidad no son las rejas ni los castigos, intentémoslo con otras
armas: la palabra, la seducción, la magia cotidiana, la pluma que a pesar de
ser sutil, debe ser capaz de “rajar” el alma, eso si, con la promesa anticipada
de sanar la herida.
Quisiéramos escapar de esta encrucijada, de este
emplazamiento y preguntarnos ¿Por qué Jacqueline no escribe sobre otra cosa? ¿Por
qué no escogió otros motivos para su poesía? Y podemos contestarnos con otra
pregunta: ¿Se puede en medio de una guerra alabar el vuelo de una mariposa? Y
Jacqueline, y nosotros y todos, estamos viviendo el clímax de la guerra más
larga, la más dura, la no declarada: La guerra contra la incomprensión hacia
ellas. Y esta es una guerra que traspasa todo, lo que fuimos y lo que somos,
hemos sufrido por milenios sus consecuencias y puede ser aún más devastador si
no reaccionamos ya.
Sol Solar nos representa el guerrero, pero no el que siempre
hemos querido ser: el conquistador de mundos y aplastador de enemigos. Nos
insinúa que ese guerrero ya sucumbió en muchas guerras. Sol se esmera con mano
pequeña en bosquejar el guerrero que se
necesita para la nueva era: que lucha consigo mismo: sensible, capaz de
reconocer el amor y rendirse ante el afecto, Sol Solar es La prosa justa que
complementa el moderno pliego de Jacqueline, casi escrito a mano, casi
enrollado y amarrado con una trenza de cabello para casi hacerlo circular a
galope clandestino.
De modo que en este juego de géneros y actitudes, la pelota
vuelve a nuestras manos con la quemante pregunta: ¿cómo se responde a un ritual
tejido por cuatro manos?
II.- NOS
Antes de seguir, dejar sentado que este comentario no tiene
una pretenciosa intención de universalidad, está hecha por una persona
concreta, un pulso masculino en circunstancias particulares. Intentaré ser
honesto aunque se que es muy difícil, ya que si recurriera a lo de siempre podría
estar tranquilo, cualquier juicio de este estilo estaría apoyado por el juicio
común, la opinión de todos, el respaldo de una sociedad machista que nos ha
formado desde antes que tengamos memoria. Cuesta siquiera imaginar un juicio
propio, una opinión enteramente nuestra, podemos creer que ha surgido desde
nuestro yo profundo, pero ha sido susurrado por las miles de voces, las viejas
voces de nuestra mente que han construido el gran embrujo de las ilusiones.
Intentaré, de todas maneras, ser sincero.
Sin duda que esta obra tocará otros corazones de otra
manera. Confieso mis limitaciones, no puedo ir más allá de este comentario, no
puedo escudriñar más de lo que veo, no puedo estallar las rejas de mis
esquemas. Quizás algunos de ellos, y sobre todo ellas, se atrevan también a compartir sus impresiones, experiencias y
pareceres. Debemos suponer que es posible un contraconjuro y no hay más que
construirlo entre todos y todas Si estas líneas ayudan a eso, me sentiré feliz
de contribuir al ritual.
¿Querer explicar la poesía y prosa de Jacqueline? Sería otro
grave error, el error cometido mil veces por quienes quieren siempre develar los
misterios y explicar y explicar… ¡No!, las letras de Jacqueline hablan por si
solas, tienen mil significados, es más, cada vez que se leen pueden evocar
cosas nuevas o develar significados distintos ¿para qué entonces tratar de
fijarlos? Además, sería tratar de meternos en la complicidad sagrada que surge
entre la escritora y su lector/lectora. Mejor dejar fluir la magia de esta
relación.
Esta obra nos obliga a abrir las sensibilidades para que
entre el universo entero por cada poro de nuestra piel ¿Hay algo más difícil
para nosotros, que aprendemos desde pequeños a ponernos duros, a tensar nuestros
músculos y avanzar, no importa donde sea, no importa contra qué o quienes, pero
hay que dejar todo atrás, al final lo logrado justificará todo lo que haya quedado
en el camino? ¿lo justifica realmente?
¿No será que importa más cada huella dejada por nuestros pasos que la
distancia recorrida?
¿Por qué este comentario? Eso también lo encontramos en sus
propias palabras “porque se están develando los misterios” y eso nos asusta por
dos costados: primero lo inesperado que vayamos a encontrar, pero también por
lo que sabemos que vamos a encontrar: nuestras culpas y omisiones, la cloaca
que hemos ido llenando de a poco quizás, pero por cientos, por miles de años. Porque
ya es tiempo de aguantar el hedor y siquiera asomarnos a ella.
Pero ¿cuál es el miedo que nos ha mantenido prisioneros por
mas de dos mil años? Tal vez es el mismo con el que ha partido este artículo,
el miedo a quedarme corto, a no dar el ancho, a no ser capaz de llegar hasta el
fondo, pero aun mas quizás, los fantasmas de quedar destruido, de que perdiendo
la coraza quede poco y nada, el sentimiento íntimo de que lo que nos hace
fuertes es al mismo tiempo nuestra mayor debilidad…
¿Qué podemos alegar en nuestro favor? ¿Que el mundo camina
gracias al impulso masculino por incontables centurias, que gracias a este
impulso se han elevado grandes construcciones, las carreteras, la producción?
Pero eso es una triste defensa hoy en día que el planeta camina a grandes pasos
hacia el colapso ecológico, que la violencia política y militar dominan las
relaciones de los pueblos y que grandes masas han sido condenadas a la hambruna
por un sistema económico que a fin de cuentas no ha resultado tan eficaz. Seamos
sinceros, hemos combatido el fuego de la magia primitiva con el fuego del
exterminio ¿Hay algo mas vergonzoso?
III.- ¿Antecedentes literarios?
Quisiera ligarla a María Luisa Bombal, por ejemplo, que es una
de las primeras escritoras chilenas que empieza a escribir con pulso de mujer;
a Gabriela Mistral, poetiza y maestra surgida de tierras diaguitas que fue
capaz de aportar a la estructura educacional mejicana; Quizás a sor Juana Inés
de la Cruz ,
mártir mejicana del machismo latinoamericano que la iglesia de su tiempo
confinó al silencio y enclaustró su pluma en el blanco de las paredes de su
convento, por el solo delito de ser buena escritora y mejor que muchos; A una
Marta Brunet que con su “María nadie” hace una feroz denuncia; o a Marcela
Serrano, justamente reconocida con el premio “Sor Juana Inés de la Cruz ”, etc.- . Pero Jacqueline no se vincula, su poesía
obedece a pulsos internos que surgen a ritmo propio. Si intentamos clasificarla
se escurre otra vez como sutil pompa de jabón que se deja elevar por el viento
hasta quedar lejos de nuestro alcance. No, ella es profundamente contemporánea,
vive su presente a todo lo que puede, y en ese vuelo se vincula a la filosofía
maya, a la cosmovisión mapuche, a la magia de la vida. Eso si lo reconoce y “se
hace cargo” plenamente.
¿Definirla socialmente? Es una tarea inútil, ya que no es
heredera del feminismo a la europea que llegó por los años 80, proclamando por
radio tierra y otros medios escritos el derecho al aborto, al auto placer, a la
disputa con el varón, etc.-etc.-. ¿A Helena Caffarena que dio su vida por el
derecho a votar? En su poesía reclama mucho más que votar junto al varón,
quiere mucho más, si tuviéramos que traducir su literatura en propuesta
política tendríamos que imaginar un “consejo de las madres” o algo así, con
competencias exclusivas, tomando decisiones que todos deberíamos acatar, pero
no porque fuera un decreto obligatorio, sino por cariño, por protección, por
que sabríamos que es por nuestro bien.
No, Jacqueline es más latina, más nuestra, ella lucha por restablecer el
vínculo cósmico entre lo masculino y lo femenino como dos caras de la misma
moneda, como la dualidad de la que surge todo, como el equilibrio que defienden
las cosmovisiones originarias.
¿Delia Domínguez, Marta Catalán, Jacqueline Lagos? Tampoco
podemos unirlas a pesar que las une el mismo territorio, porque no forman
escuela ni corriente alguna, ¿Podemos pensar en egoísmos, individualismos, o
quizás que otras anti virtudes? No tenemos derecho porque son tierras inexploradas
para nosotros, porque no debemos proyectar nuestra necesidad (¿debilidad?)
masculina de formar ejércitos y establecer alianzas para luchar nuestras
batallas. Las mujeres funcionan de otro modo, como Las machis mapuche que
necesitan de otras machi diferente con las que deben lidiar, así prueban sus
destrezas, pulen sus poderes, aumentan el poder de sus conjuros y sanaciones.
No podemos pedir a las machis que lleguen a paces o armisticios: o se hacen
mejores o mueren.
IV.- Conclusiones
Es una época de revelaciones, y sin duda Jacqueline va por
ese camino, y a la vez una época de revisiones. Debemos revisar con urgencia
hacia donde nos ha llevado la racionalidad imperante y la tecnología que
resulta de ella. Debemos revisar nuestra relación con la naturaleza, Debemos
revisar la política, que son relaciones entre los pueblos y sus gobernantes y
debemos revisar las relaciones de género, que es nuestra conexión con el
cosmos, como tan sabiamente nos advierte Jacqueline.
Menos mal que Jacqueline escoge la poesía, menos mal para
nosotros que es capaz de generar belleza de lo que pudo haber sido un insulto,
una bofetada, mil bofetadas, interminables bofetadas hasta quitarnos de la cara
esa expresión impasible y serena de zombie manejado por una voluntad ajena. Ella
en cambio escoge la poesía suave y delicada, pero con un objetivo claro, “como
algodones blancos en línea recta” y esto queda patenta en la descripción de
Osorno, una descripción hermosa, amorosa, donde se destacan cualidades, y no se
menciona, como en la descripción de un amante, lo que duele: y lo que duele en
Osorno son las cifras sobre violencia intrafamiliar, sobre el daño a los y las
menores y la violencia hacia las mujeres, en los que desgraciadamente lideramos
las encuestas nacionales.
No podemos seguir evadiendo las heridas internas,
cubriéndolas con bolsas plásticas, así solo empeoramos las cosas.
Pero más, mucho más hay en la poesía de Jacqueline, un mundo
femenino lleno de sutilezas y detalles, imágenes de estrellas enredadas entre
las servilletas. ¿Algo de altanería literaria? tampoco lo veo, sobre todo en el
manifiesto con que termina su libro, en el que confiesa que no ha leído mucho
de lo que le han sugerido. Pero quienes consideramos que se debe escribir
bebiendo siempre de los manantiales de
la vida y que para avanzar no siempre es necesario hacerlo por caminos gastados
no tenemos problema. ¿Qué se corre el riesgo de repetir, de encontrar algo
parecido? Pues que bueno sería encontrarnos con otra, y otra que se atrevan a
desafiar “al imperio” con el deseo de hacernos mejores, y ojalá esas algunas se
conviertan en multitud.
Volvamos a la pregunta inicial ¿Para qué este comentario?
Para una sola cosa: solicitar que esta obra no sea la última, que esa
sensibilidad es para nosotros/as imprescindible, que motivos para escribir aún
quedan muchos, Estas líneas no son mas que una rogativa; para pedir a la Tierra Madre que vuelva a tocar
la pluma de Jacqueline. Ese es nuestro contraconjuro.
Noslen 2012
Investigador y Gestor Cultural
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