La
Mujer con el correr del tiempo ha tenido que
pagar un alto precio para ser querida, muchas veces a sido sometida a diversas
mutilaciones o iniciaciones con el fin de ser aceptada y “valorada” en una
imagen que prevalece ante la que le dio la Madre Naturaleza, valor
intrínsecamente “Ser” Mujer.
Hay
religiones y culturas bastantes extendidas en que la mujer es truncada y la
someten desde que nace a vivir de acuerdo a un orden social “racional”
concomitante, incluso siendo avalado por una cuestión que bautizan de “orden
social, moral de respeto y amor”.
Es
re- sabido que es la mujer la que se esfuerza en obtener amor y la que mantiene
ese ímpetu, pero íntimamente sabemos que hay que
someterse a “cumplir” determinados roles en nombre de...
De
ahí que sean pocas las que se revelan y proclaman su libertad como ser integral
con su propia seguridad, confianza y valor. Para que decir si tiene derecho una
mujer a cuestionarse el número de hijos que desea traer al mundo, basta que un
grupo de legisladores martillo en mano dicte una ley y los retoños no son
discutidos.
Creo
que hay miles de mujeres entrampadas en las insensibilidades de la vida.
Mutiladas de afectos y en desventaja de verse casi siempre paralizada detrás de
un hombre.
Ya
no es posible que la mujer siga siendo un adorno humano con dos ovarios y un
útero en su sitio para que sea “dadora de vida”. Me pregunto:
¿qué pasaría si Dios nos dejara libres en ese impulso que todas internamente
quisiéramos?
De
seguro el patriarcado arcaico y miedoso, negado y
desconocido aparecería con la reticencia habitual de que nuestra libertad daría
paso a la completa desorientación sobre nuestra descendencia.
La
mujer es la Diosa Madre, la que posee momentos
especiales en nada parecidos al hombre. Un ser que piensa, es autónoma e instaura la transmisión de la conexión con
la naturaleza. De ahí que lo que el hombre le haga a una mujer, a la Tierra se
lo provoca, ella es la veta que expresa el espíritu, la guardiana del
crecimiento, de las tradiciones, la educadora,
no es posible mermarla en su crecimiento mental,
físico o espiritual.¿hasta cuando trataremos de gustar por lo que otros digan?
Hoy
más que nunca necesitamos mujeres sicológicamente sanas, enlazadas con Su energía, co-creando vida, y como dice Ziley Mora Penroz « la Tierra
es la coaguladora de la materia, sin la oreja femenina el aro no tiene
sentido ».
La
transformación está en nuestra íntima convicción; ser aceptadas queridas y
respetadas en el planeta.
© Jacqueline Lagos Maragaño
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