sábado, 15 de julio de 2017

Libro: Conjuros, lo importante es el ritual

La Mujer con el correr del tiempo ha tenido que pagar un alto precio para ser querida, muchas veces a sido sometida a diversas mutilaciones o iniciaciones con el fin de ser aceptada y “valorada” en una imagen que prevalece ante la que le dio la Madre Naturaleza, valor intrínsecamente “Ser” Mujer.
Hay religiones y culturas bastantes extendidas en que la mujer es truncada y la someten desde que nace a vivir de acuerdo a un orden social “racional” concomitante, incluso siendo avalado por una cuestión que bautizan de “orden social, moral de respeto y amor”.
Es re- sabido que es la mujer la que se esfuerza en obtener amor y la que mantiene ese ímpetu, pero íntimamente sabemos que hay que someterse a “cumplir” determinados roles en nombre de...
De ahí que sean pocas las que se revelan y proclaman su libertad como ser integral con su propia seguridad, confianza y valor. Para que decir si tiene derecho una mujer a cuestionarse el número de hijos que desea traer al mundo, basta que un grupo de legisladores martillo en mano dicte una ley y los retoños no son discutidos.
Creo que hay miles de mujeres entrampadas en las insensibilidades de la vida. Mutiladas de afectos y en desventaja de verse casi siempre paralizada detrás de un hombre.
Ya no es posible que la mujer siga siendo un adorno humano con dos ovarios y un útero en su sitio para que sea “dadora de vida”. Me pregunto: ¿qué pasaría si Dios nos dejara libres en ese impulso que todas internamente quisiéramos?
De seguro el patriarcado arcaico y miedoso, negado y desconocido aparecería con la reticencia habitual de que nuestra libertad daría paso a la completa desorientación sobre nuestra descendencia.
La mujer es la Diosa Madre, la que posee momentos especiales en nada parecidos al hombre. Un  ser que piensa, es autónoma   e instaura la transmisión de la conexión con la naturaleza. De ahí que lo que el hombre le haga a una mujer, a la Tierra se lo provoca, ella es la veta que expresa el espíritu, la guardiana del crecimiento, de las tradiciones, la educadora,  no es posible mermarla en su crecimiento mental, físico o espiritual.¿hasta cuando trataremos de gustar por lo que otros digan?
Hoy más que nunca necesitamos mujeres sicológicamente sanas, enlazadas con Su  energía, co-creando  vida,  y como dice Ziley Mora Penroz « la Tierra es la coaguladora de la materia, sin la oreja femenina el aro no tiene sentido ».
La transformación está en nuestra íntima convicción; ser aceptadas queridas y respetadas en el planeta.


© Jacqueline Lagos Maragaño



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