CONJUROS, LO IMPORTANTE ES EL RITUAL.
Libro de Jacqueline Lagos Maragaño.
Dragones, gorgonas, el minotauro, los
cíclopes, las sirenas, los unicornios, los duendes, la Esfinge, Cancerbero, los
centauros de Tesalia, el caballo alado Pegaso, los faunos, las ninfas, los
ogros, las hadas, ondinas, dríades y un largo etcétera de otros seres numinosos,
entre los que se encuentran las hechiceras y las brujas, pueblan y desbordan la
mitología de los distintos pueblos de la Antigüedad y parecen resistirse a
desaparecer en los tiempos actuales. Como dicen los españoles: “Yo no creo en
brujas, Garay; pero de haberlas… ¡las hay!”. Tengo entendido que las hechiceras
se dedican sólo a los encantamientos o embrujos del amor, del eros; o sea, sólo
manejan pócimas, más o menos inofensivas. Y las brujas en cambio poseen mayores
conocimientos de la magia, especialmente la magia negra. La pregunta doble que
podemos hacernos, racionalizando un poco el tema, es ¿existen de verdad estos
seres? Y ¿de dónde provienen?
Si aplicamos una cierta
lógica, debemos concluir que todo lo que pensemos o imaginemos, debería tener
una existencial si no física y actual, al menos virtual o paralela, puesto que
nada podemos tomar, incluyendo las ideas, desde el plano del vacío o la
no-existencia que rodea a toda la materia encerrada en este vasto o infinito
universo; una suerte, como diría un argentino, de súper corralito. A partir de
aquello, como ya han pensado algunos,
podemos imaginarnos que todo este orden de seres numinosos se formó a partir
del exceso de materia en el momento de la creación del universo. Según la
ciencia, toda partícula sub-atómica, como el protón, por ejemplo, tiene una
anti-partícula (el anti-protón). Esto concuerda con la existencia en lo
espiritual del plano del bien y del mal, así como la del frío y calor, luz y
oscuridad, etc.…Por ende, hasta la voluntad de Dios respeta las leyes físicas.
Y así como hubo desde un comienzo ángeles adoradores, debían existir por ende,
los rebeldes, los ángeles caídos.
Justamente, los textos
apócrifos o no canónicos de la tradición mosaica, en esa delgada, tremulosa y
no siempre clara voluntad de decidir por escrito dónde termina el bien y dónde
comienza el límite del mal que ha tenido la Iglesia a lo largo de los
cavernosos y pícaros siglos, nos han dejado el recuerdo colectivo de la
que habría sido la primera mujer de
Adán, y dueña de casa del Edén, llamada Lilith. Y que era una pelirroja que se
las traía. Ella, madre de Caín, el hijo mayor de Adán, habría escuchado más de
alguna interesante conversación entre los setos del Jardín que sostenía Dios
con alguno de sus ángeles. A Lilith hubo algo que no le agradó del plan divino
diseñado para la pareja humana. Se despertó en ella, formada de barro también,
al fin y al cabo, es decir, reflexiva, con ideas propias, independientes de las
de Adán, el sentimiento de la rebeldía. Tras largas discusiones con su pareja,
tuvo que intervenir Dios en persona, quien tampoco logró convencerla, por lo
que tuvo que ser desterrada del Edén. Cito:
Isaías 34- del 9 al 16: donde nos habla de la ira de Dios cayendo
sobre Edom o Idumea (región situada al SE de la Palestina bíblica, o actual
Israel. Estos habitantes se declaraban descendientes de Esaú, el hijo mayor de
Isaac y Rebeca, que le vendió a su hermano Jacob el derecho de primogenitura,
por un plato de lentejas):
“Sus ríos son ahora de petróleo,
Su tierra es de azufre,
Todo el país es una hoguera inmensa…
que no se apaga ni de día ni de noche,
y que despide humo continuamente.
Quedará abandonada para siempre,
y nunca más pasará alguien por ahí.
Servirá de refugio a los pelícanos y erizos,
y allí vivirán las lechuzas y los cuervos;
Yavé lo medirá con el cordel de la nada
y le pasará el nivel del vacío.
Allí tendrán su casa los chivos;
y allí no habrá más nobles,
ni se nombrarán nuevos reyes,
pues todos sus príncipes habrán desaparecido.
En sus palacios crecerán las zarzamoras
y en sus castillos, las ortigas y los cardos.
Serán una guarida de lobos
y un escondite para las avestruces.
Allí se juntarán los gatos salvajes
con los pumas,
y se darán cita los chivos;
allí también se echará a descansar
el monstruo llamado Lilith.
Allí tendrá su cueva la serpiente,
pondrá sus huevos y se echará encima
hasta que se abran;
también allí se reunirán los buitres,
se encontrarán unos con otros”
Luego de la expulsión u
ostracismo de Lilith, Dios creó una nueva compañera a Adán. Y la hizo ahora de
una de sus costillas, para asegurarse de que fuese más proclive a la voluntad
del hombre puesto que estaba hecha ella de su carne. Y aquí está el germen o
nacimiento de todo el machismo, pues, querida Jacqueline. El sometimiento
histórico de la mujer al hombre. Sometimiento que ha llegado a los extremos no
sólo de la decisión del aborto o del nacimiento de una nueva criatura, sino a
las más diversas formas de esclavitud y de dominio y explotación. Hay tribus
que llegan al extremo de cercenar el clítoris de las hembras al comienzo de la
pubertad, con el deliberado propósito de que ellas extirpen de sus mentes el
placer del sexo. Esto, claro, es el equivalente al corte del prepucio
masculino, o circuncisión, parte intrínseca de la cultura judía. Ni qué decir
de las más modernas sociedades, como el caso de los países islámicos, donde la
mujer es obligada-aun bajo los calores horribles del desierto, a ocultar hasta
las ondas de su pelo y todo asomo de maquillaje. Porque ella es la lujuria
personificada. El demonio en potencia. Sus faltas son castigadas con el cercenamiento
de un dedo, azotes públicos o muerte por lapidación. A veces, hasta para salir
a la calle, tiene que hacerlo acompañada de un familiar varón ¡Qué hipocresía!
Naturalmente, luego vino
el asesinato de Abel, la expulsión de Caín (que va a juntarse con su madre y su
gente, una suerte de lado “B” de la humanidad. Yo me imagino que deben haberse
sentido, entonces, como una de las barras bravas o “los del tablón”; en fin,
los marginados de la sociedad...). La historia hizo el resto. Como la mujer era
la conocedora del jardín o huerto (el hombre se preocupaba en tanto del cuidado
de los animales domesticados o de la caza de los salvajes), no fue raro que
adquiriera los poderes de la naturaleza (uso medicinal de plantas, semillas y
cortezas vegetales), agregando esta poderosa información a la que ya trajo
Lilith en su memoria, y que fue transmitida de generación en generación. La
mujer disponía de ese tiempo y soledad reflexivos, mientras su marido batallaba
en guerras inútiles o de importancia secundaria. Cuando, en la Edad Media, la
Iglesia quiso frenar este desmesurado poder femenil, fue fácil hacer una
parodia, una caricatura de la bruja en el entorno más social de la casa, que
era la cocina: una escoba vieja, un gato negro, una verruga en la nariz, naturalmente,
ganchuda, un sombrero ridículamente largo y cónico, una cacerola o marmita
(donde se cocían las pócimas mágicas), una lechuza sobre la rama de un árbol
inmediato, como un libreto de Hollywood. Luego, a confesar atrocidades que,
muchas veces, no eran ciertas. Y para ello había toda una gama de instrumentos
de tortura. El 20% de las propiedades y bienes de la “bruja” para el
denunciante. El resto, para la Iglesia. El negocio era, a todas luces, muy
próspero. Tanto, que duró ocho siglos, bajo el rótulo de la Santa Inquisición.
Tenemos los chilenos hasta un aeropuerto, el de Concón, que lleva el poco
ilustre nombre de Torquemada, Inquisidor Mayor y el más sanguinario, (después
de Franco, naturalmente) de toda España.
Jacqueline Lagos, como el
astronauta que sale a orbitar la Tierra, tomando distancia de todo el acontecer
humano, abre los brazos y estrecha con sentimiento pleno y uncida nostalgia al
planeta en su conjunto. De eso precisamente se trata su nostalgia: de alejarse
presencialmente para acercarse esta vez con el corazón abierto, que es la más
perfecta pupila. Eso permite “sentir” lo que se ve, palparlo con todo el ser,
que es a lo que, ni más ni menos, nos conminaba Cristo, cuando nos decía: “el
que tenga ojos, que vea...” Ver, no con los ojos sino con el corazón. Ella nos
subyuga a veces con imágenes resplandecientes: “instantes plenilunios” como:
“Así te esperaré, entre soles, escondida en los vientos, en la trenza del
viaje, en estrellas humeando montañas” (Pág. 100, La tejedora). En el poema
llamado Alianza (Pág. 86) hay la descripción de un viaje astral o
desdoblamiento. Otras veces, esta seducción va por la invención de verbos, como
“constelar”, o la de la personificación directa, como, “Madre-maíz”. “Las algas
llevan tiempo oxidando sus caderas”, nos dice en una suerte de catarsis sensual.
Quiero terminar estas palabras, destacando a Jacqueline Lagos como una bruja
moderna, una bruja del siglo XXI, que lo que busca es sólo poner un cachito de
orden en esta naturaleza tanto humana como cósmica demasiado manoseada por
intereses vulgares. Jacqueline muestra un genuino anhelo en el propósito
original de la Iglesia de Pedro: practicar la religión. “Religar”, es volver a
unir al ser humano al tronco común, a la vid de la vida plena y fértil, sin
otra consideración que la de ser todos nosotros hijos de un mismo Dios. Es
decir, el rescate, la vuelta a una religión natural que, antes de preocuparse
de escaños, templos, medallitas, vestuario y rituales opulentos, se preocupe,
en verdad de la justicia, de la igualdad y de otros valores humanos que se han
perdido: como la humildad, la caridad, la tolerancia, la comunicación, el
diálogo afectivo y efectivo. Así como los aimaras hacen una vez al año la
limpia de sus canales, debemos hacer todos una profunda reflexión en cuanto a
qué estamos haciendo cada uno de nosotros por el planeta. Nos plegamos a este
fagocitamiento de los recursos, a esta peste de ambiciones personalistas,
consumistas que nos están llevando al caos, o decimos “¡basta!”, y nos ponemos
a pensar el ser del futuro. A ti te lo digo…”Cuando sencillamente vuelvas a capturar
las sensaciones y me dejes cruzar tus manantiales, tu orilla más allá de las
cordilleras, mirarte desde mis poemas”.
Héctor
Cordero Vitaglic.
Casa de la Cultura en Antofagasta junio del año 2012.-
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